Ruta_304 Petroglifo en Miranda del Castañar. (Salamanca).
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Petroglifo.
Permitirme que os presente a Carlitos, el nombre que le puso mi esposa a este posible antropomorfo, al que conocimos (y él a nosotros) el 1 de noviembre de 2005 en la localidad salmantina de Miranda del Castañar. Fue un día lluvioso, pero apacible. Disfrutábamos del paseo otoñal y, de pronto, ahí estaba él, como dirían allí, en la Sierra de Francia, “bien plantao”. No resistimos la tentación de tocarlo, repasar su figura con nuestros dedos, como si quisiéramos, así, constatar que no se trataba de la presencia de ningún ánima que hubiese podido invadir el día anterior al que le correspondía.
TEMPLARIOS en Miranda del Castañar.
Miranda del Castañar y el castro de Cepeda…un poco de historia.
Miranda del Castañar es una de esas joyas que se descubre por la sierra, gobernada por su majestuoso castillo medieval y formada por uno de los conjuntos más completos con muralla de esta época, supone al visitante un viaje al pasado más ancestral de nuestro país. Parece que caminando por este pueblo te vas ha encontrar con un juglar, un caballero andante o un artesano labrando con gracia sus productos en la calle (este último si es facil de ver).
Y es que esta ciudad con pasado de judería y moreria es una de los pueblo que más conserva la huella de la historia en sus calles y en su entorno.
En plena Sierra de Francia y en la cima de dos parajes colmados de masas arbóreas se alzan dos villas medievales ligadas al Condado de los Zúñiga.
Cuentan los arqueólogos y estudiosos de la Sierra de Francia, que las colinas y picos del parque natural sirvieron de frontera y lugar de paso de los romanos a través de una antigua calzada que comunicaba el norte de la provincia con la vía de la plata. De esta época la villa de Cepeda, situada sobre un castro romano, cuenta con un ara en la portada principal de la iglesia.
Tras el paso de los romanos y después de pequeños asentamientos visigodos, Cepeda y Miranda del Castañar protagonizaron una significativa repoblación de manos del Rey Alfonso IX. Así y en torno al siglo XIII, ambos municipios fueron fortificados con el fin de consolidar una línea defensiva en torno al río Alagón.
De esta época, surgen las cuatro puertas de la muralla de Miranda, los antiguos molinos que surcan el arroyo de San Pedro y la antigua ermita de San Marcos de Cepeda venerada por los serranos y enmarcada en la ruta turística de los Conventos de Salamanca y el norte de Cáceres.
Del pasado medieval de ambos municipios, destaca el culto a la orden de los templarios y el fanatismo cristiano ligado a las batallas protagonizadas por lo reyes de Castilla y León. Un fanatismo plasmado en una rica simbología que ha perdurado hasta nuestras días a través de su bordado y las prendas serranas que irrumpen en sus fiestas.
Con la población asentada y su defensa asegurada, Cepeda y Miranda del Castañar comienzan a perfilar la estructura de sus calles a través de travesías, callejas y pasadizos empedrados que llegan a la actualidad bajo un aroma medieval que sorprende a los turistas que visitan la sierra.
Un esplendor que goza de su mayor esplendor en el siglo XV con la irrupción de Don Pedro de Zúñiga en Miranda del Castañar y la construcción del castillo. Una fortificación que conllevará el nacimiento del Condado de Miranda y la adhesión de Cepeda al mismo.
A las ordenes de los Zúñiga y posteriormente bajo custodia de la Casa de Alba, las dos villas cuentan con un legado común traducido en sus fachadas de mampostería, granito y madera, su gastronomía y los rituales cristianos plasmados en las fiestas de Nuestra Señora de la Cuesta en Miranda y San Bartolomé en Cepeda.
Sin duda, dos municipios colmados de historia y envueltos por los parajes más abruptos de la reserva de la Sierra de Francia. Una magnífica oferta para disfrutar de la naturaleza y su extenso patrimonio cultural y arquitectónico.
Miranda del Castañar.
Los Pueblos – Miranda del Castañar.
